jueves, 24 de enero de 2013

Somos movimiento

Ampliar el panorama implica volvernos insignificantes ante los ojos del mundo. Pasamos así a ocupar sólo una mínima porción de la creación volviendo a nuestras manos un tenue y silencioso movimiento, perseguidas por frágiles pupilas que predisponen el resultado de una acción que nació del más profundo deseo. 
Entonces caminamos, ya sin contar los pasos, sino más bien repasando las pisadas mentales, los motivos que forjaron nuestros hechos. Ya dejamos de aceptar la envoltura social que nos condiciona desde el origen biológico. Y así despertamos al ser, a esa capacidad indivisible que consecuentemente formará lo que conocemos como "comunidad". Nacida la misma, se volverá mutable empapada de un crisol de colores generado por la esencia de cada individuo. Ahora nos entendemos como parte que hace a un todo, derrocando a esa estructura que nos hace sistemáticamente a nosotros.
Es así como el mundo dejará de correr y optará por caminar. Los días serán más brillantes y las noches más intensas, el cielo vivirá en perpetua metamorfosis respondiendo al anhelo de cada corazón y nuestros pasos, mientras tanto, no estarán cansados sino plenos y dignos de ser sólo una semilla más, que no da vida, sino que resignifica el sentido de la misma.
Es que somos movimiento. Un fuerte soplo que, vivo de ideas, empuja y se va.

lunes, 14 de enero de 2013

Agujas en las manos


Desperfecto imperceptible 
que atraviesa la piel,
volviéndose irreversible,
cruje entre los dedos
ese deseo negado 
en ese suelo recurrente y apagado.
Cronología insensata 
que se torna permanente,
y que tiñe las manos,
los ojos, los dientes,
e inunda la voz de un vacío inminente.
Es como el tiempo en los huesos,
como noches en las piernas,
y segundos en el pecho.
Es como un gran manto viejo
que cuelga hacia ambos lados,
empapado de las huellas
que el tiempo cruel le ha dejado.

viernes, 11 de enero de 2013

Llaman al amor, sin alterárseles la voz, como quien predica sin fe. Se abren las palabras en pequeñas exclamaciones, en sórdidas sílabas que se despedazan y se pierden volviéndose letras sin sentido. Alaban la existencia de un sentimiento supremo, mientras sus trémulas manos manipulan objetos que terminan devorando sus sensaciones. Mas el amor sigue ahí, en algún rincón, ocultándose de tanta necedad. 
Persiste la jactancia de conocerlo todo, de saber en profundidad el significado de las cosas y de los seres. Pero se incorpora, indignada, una mueca voraz ante la pregunta: ¿qué es la vida?. Aún así, ellos observan todo y continúa su relato que emerge hipócrita de la vacuidad mental.
Dicen que es duro el camino, sin haber tocado la tierra con los pies descalzos. Comentan que el sol quema cuando, desde sus sombras, lo ven arrasar con los sin techo. Aseguran que la lluvia moja y que el frío rechina los huesos. Pero sus cuerpos deshidratados se ocultan bajo las mantas de una suavidad momentánea.
Entonces, llega el instante en el que el discurso devora sin piedad sus vidas, sus días, sus momentos. Hasta verse al final del camino con la turbadora introspectiva que desgrana las respuestas y rebalsa de preguntas. Éstas se plantean el amor que no sintió las caricias húmedas en las noches de desvelo, el mismo amor por el cual no se derramaron lágrimas impotentes ni explotó en carcajadas que detienen el curso del tiempo. Amor ciego que no vio constelaciones enteras en las pupilas ajenas, que no absorbió silencios plenos de bocas sedientas. 
Permanece la ruta detenida y con intenciones de volver. Aunque no es probable que se encienda la intención.

jueves, 3 de enero de 2013

Confusión

Lejos parece hallarse la felicidad, como oculta en algún país perfectamente camuflado irradiando esa especie de luz dionisíaca que nos embriaga. Desde lo alto pueden verse los ojos desesperados, ocultos entre los dedos temblorosos, con la intención de atrapar algún vestigio de vida entre tanta oscuridad. Y mientras tanto los soles se multiplican y las lunas se marchan cansadas, ambas esferas se ven sumergidas en esa especulación vaga, cubiertas bajo el manto del desdén.
Es que es tan corto ese viaje y tan intenso el camino, es que no hay sol más pleno y luna más suave que los que creamos en esas tardes de lucha y en la noches envueltas entre brazos enredados que se disputan amor.      
La embriaguez de los sentidos, cosa tan bella y profunda, pero a la vez tan burdamente confundida por el anhelo de tener aquello que nos han contado que es la vida.