Desencadenense las almas que vagan en el augurio del olvido
sin dejar rastro alguno en territorios ajenos a su audacia.
Libres de pensamientos pacíficos
contrastarán con la felicidad vecina
sin siquiera poder percibir aquel dichoso sentimiento.
Lucrarán con la tristeza
haciendo de ella una comercialización masiva,
y sin dejar de descender
tomarán algún peaje que reviva su pasado.
Pasado glorioso para algunos
e indistinto para otros,
pero pasado al fin.
El mismo que les otorgará aquel viajero retroceso
al que sin duda querrían llegar.
