Hoy

Como el día que te abraza y despedaza

mostrando su encanto.

Arroja tras de mí

lo que quedó disuelto por el tiempo y el llanto.

Desafiante te mira y se reserva,

esperando el impacto,

el estruendo rotundo y aislado.

Es como aquel día que se vuelve tarde, 

se niega a morir en la noche

y quedar inconcluso, burdo,

como si nadie lo hubiese escuchado.

Día sin luz, con un sol oculto

que remonta al recuerdo del tiempo perdido,

de aquellas horas ahogadas,

destinadas al olvido.

Aquí está, una vez más,

con su suave textura recorriendo mis falanges
atreviéndose a olvidarme,
sin intención de quedarse.

El movimiento es afuera

Hay algo que nos detiene. Existe, escondida, una fuerza invisible que separa al espíritu inquieto del cuerpo inmanente. Es eso que hace que nuestros sentidos no afloren y que la conciencia huya, como preservando la vida del verdadero vivir. 
Quisiera matarlo cuando asoma por las tardes atareadas, cuando corrompe la armonía con su irascible monotonía y su desgano recurrente. Se torna más fuerte la quietud que el furtivo cambio.
No sé que es, desconozco su nombre. Mas puedo afirmar, que ese halo de vulgar esclavitud, vuelve irreconciliable las mentes y genera una metamorfosis en el aire que desfigura los sentidos. Transfigura los rasgos, hasta hacer desaparecer la esencia humana.
Entonces los cuerpos se volatilizan entre el absurdo cotidiano, el pensamiento responde a las órdenes de una omnipotencia invisible, los sentimientos se vuelven utopía, y yo lo sigo intentando.

Avanzando retrocedo.

Fue verdad que te fuiste,
sin adiós y sin prisa,
aplacando la sonrisa
pero nunca lo entendiste.

Y fue real tu partida,
encantador el recuerdo
que me alza mientras tiemblo
para no ahogarme en la prisa.

¿Dónde dejaste los años?
y aquel color, el espacio.
Sin calles y sin esquinas
quedaron mis ojos varados.

Pesa el silencio en las manos
y arde la piel de misterios,
sin cómo, por qué ni cuándo,
será que aun no lo entiendo.

Lógica absurda

Avanzamos,

continuamente nos movemos

dando pasos al costado,

arrojando los ojos, mirando hacia abajo.

Con esa especie de impunidad

caminamos sobre historias abolidas,

anulando aquellos ecos

de verborrágica verdad.

Escalamos,

sin medir las consecuencias

deteniendo el suelo ajeno,

desterrando al condenado.

Con una fuerza individual e impenetrable

construimos rompiendo recuerdos,

crecemos censurando al tiempo

detenido en el intento.

Caemos,

con suma prepotencia sobre el suelo,

mientras que en el descenso aborrecemos

aquellas voces siniestras, 

nubladas por nuestras manos.

Y maldecimos, por qué no,

este presente insaciable

y aquel pasado incurable,

que matan y resucitan la vida

en la más cruel y vil mentira.

Momentos

No basta con gritar,
no surgirá de mi voz el tiempo,
no nacerá el abrazo de la sonrisa
ni la caricia de la lágrima resuelta.

Sólo me quedan las alas del sueño
y el cruel anhelo de los recuerdos.
Me quedan las ganas y el espejismo,
para crear lo que hubiera sido.

Recogeré los detalles
para revivir momentos,
un tiempo en ruinas que fue marchito,
un tiempo vivido,
un tiempo que corre,
un tiempo.