lunes, 23 de agosto de 2010

Paranormal

Solo atendí aquella paz que buscó a mi existir
que atendió mis sentidos
e inyectó mi vivir.
Palacio natural
paraiso aún en tempestad,
despierta un control titubeante que desgarra la verdad,
y hasta reflejó una necesidad quizás por madurar.
Y mis lágrimas de sal
se abrazan para no derramar,
más agua que la lluvia incesante que me viene a buscar.
El abrazo del silencio apaciguó la compañía
que extrañaba una presencia no ausente,
en un presente carente
que duda en seguir solemne.
Pero nos creemos dueños de la libertad presa por nuestro control. Y deseamos dejarla ser aunque nuestro instinto no quiere ver.
Lo tenemos todo y no sabemos lo que es nuestro, y para cuando eso sucede aquella propiedad se desvanece en nuestros dedos. Mientras intentamos salvar las migajas antes de ser pisoteadas por una cruenta realidad, aún creemos que todo sigue igual. Y asi el error nos seguirá mas viviremos dudando de cual es nuestra verdad.
Ya no tenemos control,
y nos maneja la sedienta verdad.
Pero mis lágrimas ya exhaustas de aferrarse a mi mirar,
no hacen más que despedirse y soltar esa humedad.
Y ese copioso parpadear
derrocha aquel agua salada que bendice mi pisar,
mas deja huellas atrás
y un camino por delante,
que aún me queda por andar.