martes, 25 de julio de 2017

¿Cuántos hombres caben en un sólo hombre?

Cuánto hay de mí
en estas palabras
si aún sabiendo
que esto que trazo
es una pulsión constante,
quedo inconclusa,
impaciente,
con la forma de algo por conocer.

Una mirada se desdobla
en ese espacio que
abre una grieta entre
la voz y la mano.

En el fondo, el proceso;
siempre sutil y espeso.


Me confundo con el movimiento
que fusiona los derechos y reveses,
los silencios y los ecos,
tu contorno, el mío y algún otro.
He llegado a pensar en la esperanzadora idea de
que no nacemos uno,
de que no caemos limpios, ni sanos,
tampoco libres de toda culpa
ni certeros
ni sobrios.
Sin saberlo
nos asomamos arrancándonos.
Bajo nuestras uñas
descansa la carne que de tan ajena
nos pertenece.