Suéltenme,
ganas mías de vos
retruécano de vívidos cuerpos,
falaces ponientes sin sol.
Desátame,
deseo irremediable
que absorto ante tus ojos
se ahoga anhelante.
Desarma,
uno a uno,
los pétalos de mi esperanza y
vuélvete desdicha.
De una vez, dame
un motivo que ahueque
estas ansias y te vuelva
irreparablemente olvido.