domingo, 5 de agosto de 2012

Volviendo al presente

Retornamos. Siempre retornamos. Volvemos a transitar las calles que parecían infinitas, rozamos arboledas ya resecas, desgastadas por el tiempo y el olvido de los hombres. Se dificulta a esta altura sortear las baldosas, una por una, de a brincos. El aire ya no es el mismo, puede sentirse el desgano flotar al inspirar bien hondo.
Resulta extraño encontrarme tan alto, disfrutaba escabullirme entre las piernas atareadas de la gente, pasando desapercibida y jugando a volverme invisible. Aunque desde acá todo es más claro, más real.
Realmente desearía esconderme detrás de un arbusto y que mis pasos ocupen unos pocos centímetros.
Realmente la gente sufre acá arriba, son como esos fantasmas nocturnos que jamás se atrevían a asustarme.
Realmente en el ascenso el sentido de la vida se desvanece. Se pierde desdibujada en la quietud de una voluntad corrompida por los años.
Realmente nadie se atreve a recordar, descubrirían lo pequeños que son de tan altos.
Nadie nombre a los "recuerdos". Suelen provocar vértigo y más de uno ha perdido el equilibrio por releer las imágenes del pasado.
Y es que nadie entiende lo fortuito de este tiempo, que acarrea el devenir de los momentos que pasarán a ser vértigo y serán la nueva siembra hacia un recuerdo sin retorno.

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