El nombre
que le damos a las cosas
nos aleja de su esencia
y la vuelve absurda,
herrumbre,
cosa.
No basta con tener
un rejunte de tercos fonemas
para encriptar este aire
de viva transparencia.
Y es que el sonido
en que te encierro
te libera cuando callo,
mas cuando intento evocar
la luz que tu presencia deja
tu voz se aleja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario