domingo, 21 de septiembre de 2008

Suelo extrañar a menudo,
las caricias que inhiben mi seguridad.
Recordar que los momentos
solo momentos son,
estremecen mis ganas
y encogen los hombros de mi execiva inquietud.

Derrámence las lágrimas contenidas,
las culpables de la falta de oxígeno escaso en tu piel.
La tormenta en tus ojos te pide cesar,
el temblor en tus manos no acaba jamás,
tu cara empalidece el alrededor ahora gris
pero tus oídos bailan con melodías cálidaz al tacto del azar.

El río de tus dudas
son el interrogatorio cotidiano en el periódico del presente.
Es que su corriente es tempestad
y sus orillas peligrosas, el principio de un final..

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