No hablo de manos
ni de ojos,
no hablo de labios
ni de antojos.
Apelo al roce
de una piel anestesiada,
aclamo el murmullo
de tu pupila empañada.
Pretendo ahogarme en tu aliento
al esbozar la carcajada,
el ávido, oculto deseo
desvanecido de la nada.
Hablo de ser lo que son
las sombras enmascaradas.
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