Avanzamos,
continuamente nos movemos
dando pasos al costado,
arrojando los ojos, mirando hacia abajo.
Con esa especie de impunidad
caminamos sobre historias abolidas,
anulando aquellos ecos
de verborrágica verdad.
Escalamos,
sin medir las consecuencias
deteniendo el suelo ajeno,
desterrando al condenado.
Con una fuerza individual e impenetrable
construimos rompiendo recuerdos,
crecemos censurando al tiempo
detenido en el intento.
Caemos,
con suma prepotencia sobre el suelo,
mientras que en el descenso aborrecemos
aquellas voces siniestras,
nubladas por nuestras manos.
Y maldecimos, por qué no,
este presente insaciable
y aquel pasado incurable,
que matan y resucitan la vida
en la más cruel y vil mentira.
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