cuánto vértigo,
cuánto nervio,
cuánto camino maltrecho.
Cuántas verdades en pugna,
cuánta orgullosa soberbia,
cuánta fragilidad,
cuánta fuerza.
Y tanto ojo contemplativo,
y tantas manos deseosas.
Y tantos necios oídos,
y tantas extasiadas bocas.
Es que entre tanto movimiento,
que reivindica los mundos,
existe tanta realidad
y, a la vez, tanta duda.
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