En medio de una soledad por decreto,
se desorientan las palabras porque no saben
ni dónde ni cuándo ni cómo.
No es que no digan.
Dicen a distancia,
dicen de oscuridades
y de miedos,
de cuerpos ermitaños
dispuestos al placebo virtual.
Sin embargo, se replica la pregunta
como un eco que persiste en volver a su ruina
si es que este decir incorpóreo nos deshumaniza
o nos asoma a la humanidad que nunca
jamás tuvimos.
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