Creciente turbador de perspectivas
que arremetes, imprudente,
ante la automática estabilidad.
Descendiente del estruendo,
sinestesia inexplicable
cual prudente y atemporal melodía.
Asómate, irreverente,
al umbral de tu resonancia,
haz de mí un eco tardío
y de tí un grito caduco.
Sublévate ante la indiferencia
que atentó contra tu paz,
y recuérdame así;
como un misterio que te encubre.
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