No existe enemigo que aniquile su fuerza, no hay jaula que encierre su espíritu. Utópico resulta concebir el exterminio de algo tan inmanente, necesario y trascendente.
Creadora insurrecta, incansable apasionada. En las manos, como en la voz, en los gritos o en el silencio. Resplandeciente bajo la negrura, emana la luz que parece disolverse. Esta energía, orgullosa e insistente, es quien nos nace, nos hace y nunca muere.
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