Hicimos del dinero algo indispensable para poder respirar.
Transformamos la vestimenta en órganos vitales. No podemos pensar sin un lindo sombrero que cubra nuestra cabeza, hicimos del calzado nuestras piernas para andar, de unos lentes nuestros ojos y de la bufanda nuestra voz.
No se concibe oír sin aros ni besar sin un buen labial.
Lo infinito e inexplicable del amor sólo es viable a través de una alianza, vulgar conformidad.
Hemos condicionado nuestros sentidos, con efímeros motivos que validan nuestra vida.
No estamos muy lejos de vender nuestras almas y terminar con esta locura. Y cuando eso pase, aquellos insaciables que manejan el mundo y sobornan nuestro pesar, se quedarán sin más clientes para arruinar su verdad.
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