miércoles, 28 de marzo de 2012

Bajo una piel de cordero se escondió la venganza, con unos labios tan suaves logró desgarrar la esperanza. Y una mirada expectante la contempló en las mañanas, yacía allí aquel esqueleto del que ya no recuerda nada.
Enmudecida cayó entre las sábanas, alucinó mientras su piel embebió las lágrimas. Mas su realidad, aunque cruenta y confusa, le abrió caminos prohibidos pero no menos interesantes. Se posó sobre el delgado hielo de su habitación, anduvo horas divagando y tambaleaba.
De vez en cuando unas cuantas voces la asustaban, así retrocedía pero un instinto asesino la impulsaba. De haberse detenido se hubiese salvado.
En tanto cruzó los límites de la cordura, conoció los sentidos en todo su esplendor. El calor de un puñal afilado y sediento, atravesó su espalda dejándose ver su corazón inquieto. Sentía dolor y el placer del recorrido de su sangre caer por su cuerpo.
Y eso fue todo, no más que el anhelo de sentir lo diferente, no más que el deseo de traspasar los límites, no más, ni menos.
En tanto pudo se incorporó y caminó hacia su hastío, se recostó entre un halo de humedad y juró nunca más provocar al destino.
Un minuto después, cerró sus ojos y se sintió feliz de haber vivido..

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