que en algún rincón de su pasado se quebró,
que se apartó de aquellos sueños
y se resignó ante el silencio.
Mas no pudo fingir sus sentimientos
ante las calles de su niñéz,
cuando una húmeda caricia de cristal
le recordó quién solía ser.
Y caminó hacia sus sentidos
y se encontró con el olvido
con su cordial pero despreciable sonrisa,
quien ha robado momentos de su vida
con avaricia pero sin prisa.
Percibió el perfume de la esperanza
y la vio tan bella y blanca como en aquella infancia,
la abrazó y le prometió no abandonarla jamás
y siguió con su rumbo con una profunda paz.
Dentro de un túnel tuvo que proceder
no alcanzaba a ver
pero sin retroceder siguió con el espionaje,
y se topó con su enemigo coraje.
Llegando así al final de un largo engranaje
se despidió del cobarde,
ya no temía al mirar tras su espalda
porque el coraje se hizo su espada.
Cruzó los límites que jamás consiguió imaginar
provocó a sus fantasmas y atravesó las penumbras,
se sintió un guerrero entre tanta negrura.
Construyó sus ganas,
traspasó el abismo
y cuando alcanzó su destino
recuperó lo que había olvidado en aquel lejano principio,
a sí mismo.
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