viernes, 25 de mayo de 2012

El sentido del sentir

El cielo esta donde su piel, al anochecer, apaga las nubes. Sus ojos enmudecidos no hacen más que verla con ternura. Las manos entrelazadas toman rienda al movimiento, donde sus cuerpos desposeídos forman figuras gloriosas. Las estrellas les regalan un cien fuegos de destellos y del suelo brota la espuma del mar.
El aire se condensa y en los vidrios se ve la humedad, mientras el aroma se mezcla entre la dulce suavidad.
Las texturas se traspasan, la respiración coordina, los sonidos se agudizan y la sensación rebalsa.
Y así todo es perfecto, un mundo reducido a los sentidos, despojado de razonamientos inconclusos que los mantienen descifrando fórmulas a las que no llegarán jamás, sin haber hecho a la vida desnudar.



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